Restaurante “Chalet de Gruyères”

Restaurante emblemático de Gruyères que es de visita obligada. Nadie puede irse del pueblo sin degustar una comida aquí.

Aunque soy consciente de que es un poco turístico, os aseguro que la experiencia se tiene que vivir.

El pueblo de Gruyères es pequeño; sólo tiene una calle con una plaza que es donde late toda la actividad. Justo en esta plaza es donde está el restaurante que reconoceréis rápidamente por la cantidad de flores rojas que luce en las ventanas y balcones.

La casita es de madera con techo de pizarra. Tiene el aspecto de una casa tradicional de los Alpes. Dentro es fascinante. Madera, madera y más madera... en las paredes, en el techo, en las columnas y en las mesas. Han conseguido crear un ambiente súper cálido y rústico. Por la época del año que fui, no la pude disfrutar, pero fuera hay una terraza que se debe aprovechar los días menos fríos.

Si podéis, pedir mesa cerca de la ventana. Tiene vistas a la plaza.

El servicio es correcto. Ni muy amable, ni dejado. Correcto y punto.

Tipo: cocina a base de quesos, que es el producto que ha dado reputación a la zona. Lo más típico es comer fondue y raclette. Las raciones son bastante grandes y todo está buenísimo. Recomiendo coger también una ensalada para darle un punto fresco a la comida, pues los quesos son fuertes.

Es un clásico en la zona.