Local curiosísimo que no deja indiferente. Si tuviera que describirlo con una sola palabra... diría rococó, sin duda.
Sólo abrir la puerta, tres inmensas palmeras dan la bienvenida. De forma majestuosa se abren paso por la claraboya como si quisieran atravesar el cristal y llegar al cielo. Parece que están allí desde hace años y te miran, de reojo, desafiándote.
La parte de la boutique, donde venden productos delicatessen muy tentadores, está decorada con una mezcla de cosas sorprendentes: una báscula antigua escondida entre las plantas, decenas de platitos colgados en la pared y una cocina blanca de cuando nuestras abuelas estaban solteras...
El bar, con vigas súper modernas que chocan visualmente con los muebles de estilo barroco y con los múltiples objetos religiosos que hay por todos lados, está ubicado en el medio del local... como si fuese el centro neurálgico y el que lo controla todo. Aquí es donde se espera mientras preparan la mesa.
El restaurante tiene diferentes salas. Todas con cierta independencia pero, a la vez, comunicadas entre sí.
Me gusta el ambiente que se respira en la parte de abajo. Gente cuidada pero relajada que viene a disfrutar de la comida sin estar muy pendientes de las mesas de al lado. Aquí todo el mundo va a su rollo.
En la parte de arriba, hay una terracita muy agradable decorada con muchas plantas. A pesar de que soy fan de las terrazas, tengo que decir que me gustó muchísimo más la parte del restaurante.
No quiero olvidarme del chef i alma matter de todo... Paul Launois. Su amabilidad, cordialidad y educación son extremas. Conoce su profesión y se dedica en cuerpo y alma. Mucha parte del producto que ofrece es de cultivo propio.
Tipo: cocina de autor.
- Focaccia de setas y mascarpone - buena mezcla de productos en una masa de focaccia buenísima.
- Crema de apio y pera - genial puesta en escena! Presentación impecable para una crema que sorprende cuando la pruebas.
- Ensalada de tomates rostizados y tomates verdes - plato muy refrescante. Para los que somos amantes del tomate, es perfecto. Contraste interesante.
- Asado negro envuelto en cacao - el asado es un plato típico venezolano que ya lo había probado en otras ocasiones y debo decir que es un plato fuerte. Lo que consigue Paul con el punto de cacao es diversificar los gustos. Plato muy logrado.
- Cheesecake - delicioso.
- Tartaleta de plátano y chocolate blanco - me la llevaría a casa. Brutal!
Sábados, domingos y festivos hacen "Le petit dejeuner" que son desayunos a la carta.
Restaurante informal pero cuidado y con una cocina correctísima. Totalmente recomendable. Es un clásico de Caracas.
Valoració: 6Buen servicio (2), buenas instalaciones (2), buena comida (2), ninguna vista (0).
Precio: Bajo. Hasta 25€
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