Soy de esas personas que, más mayor me hago, más aprecio la calidad del trato humano. Si no me siento a gusto en un sitio o no me lo hacen sentir, por muy bonito que sea, no vuelvo. En cambio, hay otros que tienen una magia que me envuelve y me engancha. Y siempre (siempre) esta magia está provocada por las personas que hay detrás. Esto es justamente lo que me pasó...
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