Resumen del 2018

Llevaba 5 meses en lo que yo llamo “campamento base”; es decir, en casa.

Estábamos a principios de Mayo del 2018 cuando tuve la necesidad de irme. Quería coger oxígeno. Tenía presente que a finales de año ya había atado dos viajes grandes; ahora sólo tenía que encontrar alguna salida económica de dos/tres días sin que me afectara al bolsillo.

Buscando en “Voyage Privé” (aplicación donde se pueden encontrar buenas ofertas) encontré una salida que se ajustaba a lo que buscaba: dos noches en un hotel 4 estrellas en el centro de Roma y la ida y vuelta desde Barcelona en una compañía de bajo coste a un precio más que razonable.

Dicho y hecho. Compré la oferta. Para poder exprimir al máximo los dos días y medio (a finales de Mayo) marqué el recorrido en Google Maps optimizando todo lo que pude el tiempo de los desplazamientos. Dividí la ciudad en cuatro grupos: Parque Villa Borghese y alrededores, el centro, el Vaticano y el Trastevere. Roma es grande, pero puede hacerse casi toda a pie y yo la hice siguiendo el orden especificado previamente.

No hablaré del recorrido detallado porque ya lo haré en el post dedicado a la ciudad eterna, pero sí que quiero mencionar lo que más me sorprendió: la Terraza del Pincio con unas maravillosas vistas a la Piazza del Popolo, la Chiesa di Santa Maria della Vittoria donde me quedé muda, el Coliseo por impresionante, la sala previa de la Capilla Sixtina, las vistas a la Plaza Sant Pere desde arriba y el Trastevere donde me quedaría a vivir. Volví agotada y feliz. Con las pilas cargadas y la cabeza oxigenada.

Se acercaba el verano y ya necesitaba mi dosis anual de Menorca. Junio es muy buena época para ir. Hace buen tiempo y todavía hay poca gente. Ligué una escapada de tres días a mediados de junio. Fueron muy intensos y disfruté al máximo de todo lo que ofrece la isla. Estuve en la zona de Sant Lluís para hacer el recorrido entero desde Binibeca a Cales Coves pasando por Binisafua, Les Olles y Biniparratx. El mar estaba tranquilo, llano como una balsa de aceite y con poco tráfico de barcas. Un paraíso. Mi pequeño paraíso. También disfruté de la buena gastronomía que ofrece la isla en uno de mis rincones preferidos: el “Trebol” de Villacarlos.

Como en Julio la mayoría de la gente tiene tendencia a ir hacia la costa y yo siempre voy a contracorriente, pensé que era un buen momento para ir a Portugal. Fui en coche cruzando España de este a oeste. Soy una enamorada de Portugal; pero esta vez el viaje me regaló muchas sorpresas. 6 días (a mediados de Julio) para ver muchas cosas; pero el Crómlech dos Almendres, la Costa de Arrabida, la Quinta da Regaleida, Monasterio de Batalha y Ovidos se llevan el podio!

De Julio a Octubre se hizo muy largo. No hice ni una escapada, ni una salida. Tenía que “portarme bien” hasta que llegara el día de la marcha hacia Filipinas. Dos semanas dan mucho de sí, pero tenía que aprovecharlas al máximo. Había marcado impecablemente la ruta y estaba muy ilusionada. Volé de Barcelona a Shanghai (vía Doha) y me quedé un par de días en esa ciudad tan fascinante. ¡Me esperaba modernidad y frialdad y me encontré modernidad y vida! Fue una sorpresa brutal. Muy buena gastronomía y mucha seguridad en la calle. Si no fuera por los problemas de comunicación con las aplicaciones americanas y por la polución, ¡sería un buen lugar para vivir!

De Shanghai volé hacia Manila ya partir de ahí ya empezó mi aventura por ese fascinante país. Hay tantas islas que resulta difícil escoger. Yo visité tres:

• Bohol. Fue la primera de la lista por su naturaleza. Las famosas Colinas de Chocolate, la tirolina que no termina nunca y la excursión del río consiguieron que me llevara un recuerdo brutal de esta isla.

• Siargao. Fui porque me lo recomendaron dos personas que habían estado allí. Isla frecuentada por gente que practica el surf. Es muy virgen y auténtica. Me encantó la Sugba Lagoon y Kawhagan Island.

• Coron. Es la parte más “pija” del viaje. Kayangan Lake, Twin Lagoon y el hotel “Two Seasons” me regalaron el mejor final de fiesta.

Aún no había digerido el espectacular viaje a Filipinas y ya estaba haciendo maletas para ir a Guatemala. A Guate le tenía unas ganas especiales. Mi madre y mis abuelos me habían hablado maravillas hacía muchos años y, la verdad, es que no me falló lo más mínimo. Es más: ¡me fascinó! 18 días (a principios de Diciembre) para conocer un país lleno de historia y cultura. Tuve el privilegio de ser guiada por gente de allí. Todo es brutal; pero tengo que decir que ver un volcán una erupción me dejó fuera de juego. Antigua, Tikal, Yaxhá, Flores, Atitlan y Chichicastenango son visitas obligadas.

El 2018, en viajes, costará mucho superarlo.