Está claro que hay momentos para todo; pero es cierto que siempre apetece comer tapas. El hecho de compartir platillos nos atrae a todos. Quizás es una manera de eliminar el individualismo que llevamos dentro. No lo sé, pero lo que es cierto es que las tapas hacen la comida diferente.
En Barcelona cada vez es más difícil escoger. Hay un enorme abanico de posibilidades que no me han facilitado la escritura de este post.
Si entráis en el mapa, veréis la ubicación exacta de cada uno de los restaurantes:
Si tengo que empezar por uno, lo haré con el emblemático “Café Turó” de la zona alta. Liderado por el inagotable y polivalente Romain Fornell. Ofrece tapas muy creativas de alta calidad con producto tratado de forma impecable. Las que siempre repito son los tacos de solomillo con salsa entrecotte y el cheese cake. Dos platillos imprescindibles.
Sigo la ruta adentrándome en el Mercat del Ninot. Allí está la parada “Perelló” donde trabajan el bacalao desde 1898. El negocio siempre ha sido familiar. Los hijos han sido los que han abierto la barra de degustación. Hay que probar la piel de bacalao frita y el ceviche. Os chuparéis los dedos!
Dejo Sant Gervasi y Eixample para descubrir las tapas de Gracia! La “Viblioteca“, un clásico del barrio, del que nadie puede irse sin probar el bikini trufado y el carpaccio de calabacín. Dos platos que crean adicción. El primero es gustosísimo y el segundo es tan elegante que da pena comerlo.
Muy cerca de las Rambles, en medio del call Barcelonés y al lado de la Plaça Sant Jaume, está la vinateria más antigua de Barcelona. “La Vinateria del Call” es un clásico de la ciudad para comer tapas con buen producto. Es un lugar informal muy acogedor. Si váis, pedid los tigres, las croquetas de jamón, el plato de jamón (que lo cortan al momento) y los milagritos de chocolate. Ah! Intentad hablar dos minutos con Miguel! Lo adoro!
Difícil dejar el Born de lado. El “Bar del Pla“, aparte del encanto del local, sus champis con wasabi y la coca de sardinas son una perdición. Producto buenísimo tratado con mucho cariño y ellos son un amor!
Cerca, en la Via Layetana y en la planta baja del hotel “Ohla“, está “La Plassohla“. Es difícil mencionar solo un par de tapas; pero me quedo con las ostras en tempura con hoja de ostra, lima y mayonesa japonesa y el arroz mar y montaña con calamar, jamón crujiente, mejillones y sobrasada. Disfruté!
Mi debilidad en el Born es “Llamber“. Es un local que gana en elegancia a medida que uno va entrando. Taberna gastronómica dónde le dan máxima importancia a la calidad del producto y dónde quieren potenciar el concepto del “tapeo”. El pastel de pescado de roca, salsa tártara y encurtidos, las anchoas con pan dulce de espelta y queso La Peral, el carpaccio de salmón con cítricos, yogur de eneldo y helado de gengibre y el cremoso de chocolate blanco y yogur, naranja y menta son los platos estrella.
En Poblenou hay un restaurante muy pequeñito con entrada discreta que me tiene el corazón robado. Nadie puede irse sin probar el “Alambre” (dados de ternera con verduras y queso), el “Ocho patas crujiente” (pulpo delicioso con puré finísimo), “Nuestra presa con sus 25 ingredientes” (carpaccio espectacular), las bombitas de chocolate y el milhojas de crema. Si habéis estado, ya sabéis que hablo del “Tres Porquets“. Me encanta!
Deja tu comentario